COLOMBIA-
Se realizó este 21 de setiembre, Día Internacional por la Paz, la III Vigilia internacional ecuménica por la paz en Colombia, en esta ocasión bajo el eje: “Territorios en conflicto y solidaridad internacional”. Las Vigilias son espacios convocados por diversas organizaciones ecuménicas que trabajan por la paz en Colombia a través de diversas acciones, comenzaron acompañando el primer paro nacional y continúan hasta hoy.
Durante la Vigilia se compartieron diversos testimonios de personas desde los territorios colombianos, contando con las reacciones de representantes de organizaciones de fe de diversos países.
Pedro Acosta, parte de la plataforma Dipaz, que compartió sobre la situación en Córdoba, contó con la reacción del Rev. Ángel Luis Rivera-Agosto, Ejecutivo América Latina y el Caribe de Ministerios Globales.
El testimonio del Profesor Eder Arrieta, miembro y líder de una iglesia víctima del conflicto en Pueblo Bello, Antioquia, giró sobre la resistencia y resiliencia que nació de la iglesia y contagió a toda la comunidad. Se refería a la masacre perpetrada el 13 y 14 de enero de 1990, cuando un grupo de aproximadamente 60 hombres fuertemente armados, pertenecientes a una organización paramilitar creada por Fidel Antonio Castaño Gil denominada “Los Tangueros” realizaron un ataque, luego del cual asesinaron a decenas de hombres y niños. “No vivimos una vida plena por temas de seguridad, ya que grupos que controlan la zona no dejan; no podemos hablar públicamente por temor a grupos que controlan pero estamos con fe en Dios de que saldremos adelante”.
Christie Neufeldt, Coordinadora Regional para América Latina y el Caribe de la Iglesia Unida de Canadá, trajo una oración basada en el Salmo 139, que invocó el aliento y la protección divina cada día.
Por la Comisión Intereclesial de justicia y paz, Santiago Mera contó un extenso panorama de la difícil situación de violencia que se viven en los territorios, donde los desplazamientos no cesan. Cristian Schlick, de la Oficina de América Latina y el Caribe de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista Unida desde México, brindó palabras de aliento y esperanza.
El joven Francisco Nates, de la Federación Mundial de Movimientos Estudiantiles Cristianos, en Bogotá, convocó a seguir apoyando ya que la lucha de la sociedad no ha terminado y la juventud espera seguir construyendo espacios de resistencia para nuevas realidades sociales, tras tanto dolor desde el primer día del Paro Nacional. Ante estas palabras, el Padre Alfredo Ferro Medina SJ, Secretario Ejecutivo de la Conferencia Eclesial de la Amazonia del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), recordó palabras del Papa Francisco que permiten sostener la esperanza y el acompañamiento de las comunidades de fe, caminando juntos y juntas en la diversidad, con proyectos concretos en lo local.
La valiosa experiencia del futbol como espacio de conocimiento, de reconciliación y de encuentro entre grupos de niños y adolescentes, vino de la mano de Luz Helena Moreno de la iglesia Luz y Vida a las Naciones del barrio Manuela Beltrán, en Cali. A lo cual la
La pastora Gabriela Lio, Presidenta de la Federación de Mujeres Evangélicas de Italia, reaccionó diciendo: “Las palabras de paz para Colombia, para el barrio Manuela Beltrán, de parte de las mujeres evangélicas italianas es que la tierra prometida es una tierra de fatiga como de bendición, donde “se fatiga “, pero no “se fatiga en vano”. La opción de promover la paz y la colaboración, en vuestra nación les de fuerza, alegría y también coraje para ejercitar la esperanza para seguir creyendo en un niño que llegará a la vejez, para plantar semillas de árboles sabiendo que no veremos sus hojas”.
Se terminó con las palabras de esperanza y acompañamiento del pastor Valdir Franca de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos, quien reafirmó el compromiso de acompañar en la incidencia y acciones concretas al pueblo colombiano, pidiendo el consuelo del Espíritu Santo.
ORACION
Buen Dios de los caminos, que nos has traído hasta aquí,
sosteniendo nuestra caminada y nuestro testimonio
en favor de la justicia que conduce a la paz,
concédenos poder escucharte en medio de la cacofonía
de un mundo en permanente conflicto
que se resiste a dejarse iluminar por tu luz evangélica.
Abre nuestros oídos para que los clamores
de un pueblo sufriente y de una creación que gime
conmuevan nuestra sensibilidad
y nos muevan a compasión y a solidaridad concreta.
Que nuestras manos se unan a otras manos
en la acción de amar en la protesta,
en la lucha, en el reclamo, en la marcha,
porque es el mismo amor de Jesucristo
quien nos desafía a ese amor jugado y comprometido
que anuncia la plenitud de la vida llegando.
Que en esta oración,
que va tejiendo testimonios y respuestas solidarias
podamos fortalecernos como parte de un mismo pueblo
que, desde diversos lugares geográficos y espirituales
nos unimos bajo al amparo de tu gracia
y a la luz de tus promesas
de bienestar y de buen vivir
para todos tus hijos y todas tus hijas.
Amén.