Tu Natividad

CUBA-

Marisol de la Cruz-

Que mi casa sea pesebre, que la fe tienda puentes y abra nuestras manos, que el Amor renazca en su Misterio.

La Navidad se respira siempre festiva. Una alegría profunda que se anuncia con luces en medio de tantas sombras y es, en su gracia, tiempo que nos acerca a un Dios que quiso acercarse primero; humilde y pequeño, humano.

Tal vez nos resulte anacrónico pensar en las luces en tiempo de apagones, hablar de reencuentros en un momento en el que cada familia tiene a alguien de quien despedirse. Suena etéreo el celebrar sin la posibilidad real de comer dignamente, el pan que se parte y se comparte. Es cierto. Es realidad tangible e innegable que nos atraviesa y condiciona, y a la que no podemos voltear la espalda.

Todo lo contrario, urge mirar nuestra pobreza y saber descubrir al Dios que renace en esa realidad, pobre y pequeño, “rey en su sencillez”, que también fue anacrónico en su momento, y no por ello menos real. Su natividad sigue siendo un misterio que nos trasciende y resignifica nuestra realidad, sea cual fuere. El SÍ al mayor amor.

Es lo que quiero contarle a mi pequeña, lo que quiero celebrar en casa y para lo que poco a poco vamos disponiendo el corazón: Dios eligió nacer entre nosotros, se hizo frágil para que pudiéramos acercarnos a la infinitud de su amor. Esta verdad que no pasa, también nos condiciona, multiplica nuestra alegría y nos predispone al anuncio: El Reino de Dios ya está entre nosotros.

Por tanto, en esta Navidad no podemos ensimismarnos; quedarnos en la oscuridad, el hambre y el desarraigo. Anunciemos la luz, seamos reencuentro, compartamos el pan. Y abramos el corazón a ese Dios que renace.

Que mi casa sea pesebre, que la fe tienda puentes y abra nuestras manos, que el Amor renazca en su Misterio.

Fuente: https://www.facebook.com/VidaCristianaCuba

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