La cobardía vestida de constitucionalidad

ECUADOR-

Verónica Flachier-

Después de casi dos años de gobierno y en medio de un juicio político planteado por la mayoría de integrantes de la Asamblea, el presidente del Ecuador, Guillermo Lasso Mendoza, emitió un decreto el pasado miércoles 17 de mayo, mediante el cual declaró la Muerte Cruzada, que es un mecanismo concebido en la Carta Magna ecuatoriana que faculta que cualquiera de los dos poderes, Ejecutivo o Legislativo, pueda pedir la disolución del otro, durante los primeros tres años de gobierno, y en el marco de determinadas consideraciones que la Constitución define.

Lasso fue llamado a juicio político acusado de peculado. Fue triste ver cómo desde el principio, un puñado de asambleístas se sacaron las camisetas de los partidos por los que llegaron a ocupar sus curules atraídos por el reparto de cargos en las más altas esferas gubernamentales. Sin embargo, a los operarios políticos no les alcanzaron ni el tiempo ni las ofertas para lograr que al menos el tercio de la Asamblea salve a Lasso de la destitución, entonces, la Muerte Cruzada fue el recurso que el Ejecutivo decidió aplicar para lograr una salida menos deshonrosa. 

Una vez que la Corte Constitucional aceptó este mecanismo legal ejercido por el primer mandatario, el Consejo Nacional Electoral llamará oficialmente a elecciones presidenciales y legislativas el 24 de mayo y se espera que para octubre 2023 el Ecuador tenga un nuevo presidente y una nueva Asamblea, que ejercerán sus funciones por el tiempo complementario de este periodo, es decir, hasta 2025.

Mientras tanto, en los pocos meses restantes, Lasso gobernará vía decreto. En este sentido, los movimientos políticos y la sociedad civil organizada han manifestado que estarán vigilantes de las actuaciones del gobierno.

El escenario ecuatoriano

Actualmente, Ecuador se desangra por niveles de inseguridad nunca antes vividos y por la violencia desatada por la presencia de narco mafias que se disputan el control de los territorios. Es un país que en los dos últimos gobiernos, Moreno y Lasso, ha visto cómo se derrumba su institucionalidad, cómo se destruyen los sistemas de educación y salud.

El éxodo de ecuatorianos al exterior es comparable solo con el movimiento que se dio a principios de este siglo como consecuencia del feriado bancario que destruyó el país y su gente. Hoy por hoy, las divisas que entran al país vía migrantes es aún mayor que la proveniente de las regalías por exportación de petróleo, nuestra principal actividad productiva.

Lo paradójico es que Ecuador tiene una gran reserva de miles de millones ubicados en bancos suizos, lo que garantiza que los tenedores de bonos reciban a tiempo muy buenos dividendos.

La mirada del pueblo ecuatoriano está puesta en los próximos comicios a llevarse a cabo en agosto. Si el registro de dolor e ignominia vivido por ecuatorianos y ecuatorianas en estos últimos años guía y define el voto popular y si los grupos políticos declinan intereses particulares y de pequeños grupos de poder, se podrá conformar un gran frente nacional que empujará el péndulo hacia la izquierda y el Ecuador podrá iniciar un nuevo rumbo que nos permita reconstruirnos como sociedad justa, libre y soberana.

La autora es comunicadora y pastora luterana ecuatoriana.

Nota de la Editora: El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, echó mano a la suma del poder político que circunstancialmente le facilita la disolución de la Asamblea Nacional, decretada por él mismo el miércoles pasado para evitar una destitución inminente por el juicio político por corrupción, y comenzó a gobernar por decreto. El jueves presentó una reforma tributaria que extiende beneficios impositivos a sectores, y tiene en carpeta una reforma laboral, que puso en alerta a las centrales sindicales. Normas que no habían pasado el filtro legislativo por concentrar oposición mayoritaria al corte conservador de los proyectos. Habrá elecciones el 20 de agosto.

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