La lucha para terminar con la discriminación de género en América Latina y el Caribe

(Iseat)

BRASIL-

(Christian Aid/ALC)La región de América Latina y el Caribe tiene las tasas más altas de violencia contra las mujeres, niñas y personas LGBTI en el mundo. No por casualidad, también es la región más desigual con diferentes capas de desigualdad interseccionales. En América Latina, 2 de cada 3 de las muertes de mujeres son por ser mujer y en 1 de cada 2 casos el asesino es la pareja o ex pareja (UNDP 2017). En Bolivia, más del 50% de las mujeres reportaron experimentar violencia física o sexual de una pareja íntima (CA 2017).

La violencia de género es un problema estructural y un tema de desequilibrio del poder. En América Latina y el Caribe, la violencia tiene sus raíces en el proceso de colonización y el sistema patriarcal y racista que se desarrolló a partir de él. Los estados no han sido capaces o reacios a enfrentar la violencia de género y las primeras iniciativas oficiales recién fueron tomadas en los ‘90 en la región (UNDP 2017:15) Es importante destacar que estos intentos han sido no lineales, esto significa que los progresos en instituciones y políticas públicas son seguidos de retrocesos sociales, políticos y económicos en muchos países que refuerzan la desigualdad y consecuentemente aumentan la violencia.

Annex
Latin America, the Caribbean and Spain (22 countries): Femicide or feminicide, most recent data available (In absolute numbers and rates per 100.000 women), Eclac

 

Las desigualdades sociales y económicas son la base de la violencia de género – las brechas económicas y la falta de acceso a las tierras, servicios sociales y condiciones iguales en el mercado laboral aumentan la vulnerabilidad de las mujeres y personas LBGTI. La dependencia financiera es una causa principal que mantiene a las mujeres sufriendo violencia doméstica. De acuerdo con el reporte Scandal of Inequalities 2, en América Latina y el Caribe, las mujeres ganan un 22% menos que los hombres por trabajos similares – en República Dominicana, el 71% de las mujeres ganan menos que sus parejas. Las normas sociales que relacionan a las mujeres con el espacio doméstico y  las responsabilidades hacia les niñes y parientes mayores aumentan la discriminación y profundizan las brechas económicas. La gente LGBTI también sufre discriminación y enfrentan estructuras LGBTI-fóbicas que disminuyen el acceso a oportunidades de trabajo y servicios y aumentan la exclusión, humillación y violencia. El acceso desigual al sistema de justicia contribuye a la reproducción de la violencia y la injusticia basada en la identidad.

Considerando las que las desigualdades se intersectan, o en otras palabras que “las oportunidades que tengas en tu vida en América Latina y el Caribe están muy relacionadas con dónde naciste y tu identidad, incluyendo género, grupo étnico, raza, fe o sexualidad” (Christian Aid 2017:9), la violencia contra las mujeres, niñas y personas LGBTI es incluso mayor cuando se considera un componente étnico-racial. En Brasil, los asesinatos de mujeres negras y de raza mixta creció un 54% entre 2003 y 2013, los asesinatos de mujeres blancas disminuyó un 10% en el mismo período. Esta violencia tuvo un aumento significativo entre las mujeres indígenas de Brasil – en solo una región de Brasil, los casos de violencia de género aumentaron un 495% entre 2010 y 2014.

¿Cómo aborda la sociedad civil las desigualdades interseccionales y la violencia de género?

América Latina y el Caribe han experimentado varios progresos sociales durante la primera década de este siglo, en áreas tales como la salud, educación, mujeres, comunidades afro y los derechos de la población indígena – era la esperanza de la prosperidad causada por una ola de gobiernos progresistas en diferentes países de la región. Sin embargo, la amplificación de las políticas sociales no ha sido suficiente para aliviar las desigualdades profundamente arraigadas, haciendo nada más que aliviarlas por un breve período de tiempo. En los últimos años, el aumento de gobiernos de ultraderecha que apuntan a un conservadurismo social y político asociado con una liberalización económica y fundamentalismo religioso amenaza con retirar las políticas inclusivas recientemente conquistadas y profundizar las brechas sociales y económicas. Muchos países en la región han logrado leyes específicas para enfrentar la violencia de género – como la ley de 2013  que protege a las víctimas y garantizar el acceso a la justicia en Colombia pero que aún carece de implementación completa, y la ley María Penha en Brasil en contra de la violencia doméstica. Los cambios políticos recientes representan riesgos serios para el aumento de la violencia hacia las mujeres, personas LGBTI, afro e indígenas..

Si estos nuevos gobiernos no están interesados en aplicar políticas sociales capaces de reducir las desigualdades sociales, como las mencionadas arriba, hay una brecha aún mayor entre lo que un gobierno debería hacer para su gente y lo que realmente hace. Las organizaciones de la sociedad civil siempre han siempre han tenido un papel importante a la hora de garantizar los derechos y en presionar a las instituciones por políticas en contra de todo tipo de violencia, y en este contexto deben ser reforzadas aún más. Tener estados que no están políticamente centrados en la reducción de las desigualdades sociales resalta la necesidad de múltiples y mayores organizaciones civiles que resistan los retrocesos en las políticas públicas. La violencia de género es un problema estructural que debe ser enfrentado a distintos niveles y las acciones deben tener en cuenta sus diversas raíces en desigualdades interseccionales.

Christian Aid es una organización cristiana que trabaja en América Latina y el Caribe asociándose con organizaciones locales y regionales, alianzas y redes para afrontar las causas fundamentales de las desigualdades. La diversidad de proyectos desarrollados abordan la violencia de género en sus múltiples causas y son ejemplos de cómo la violencia está relacionada a las desigualdades interseccionales. Trabajando en distintos países de la región, Christian Aid empodera los movimientos sociales y las religiones basadas en la fe para afrontar las situaciones de desequilibrio de poder que de cierta forma están relacionadas con la violencia de género a distintos niveles.

Acciones multifacéticas para enfrentar la violencia en ALC

En Colombia, Christian Aid está trabajando en problemas LGBTI relacionados con la violencia, reportando la discriminación y la falta de acceso y oportunidades a servicios básicos; este grupo de personas sufren de violencia a diario y lo relacionan con su reivindicación como víctimas del conflicto armado en el país La violencia contra la población LGBTI es increíblemente alta en toda la región de ALC, tanto como causa y consecuencia de las desigualdades interseccionales.

En la República Dominicana, la población dominicana de ascendencia haitiana no tiene permitido obtener un certificado de nacionalidad. Nuestra asociada Movimiento de Mujeres Dominico-Haitiana-MUDHA, está trabajando con mujeres de comunidades para empoderarlas. También se está trabajando para demostrar la violencia administrativa que esta población recibe del gobierno al negarle certificados de nacionalidad.

En Bolivia, el Instituto Superior Ecuménico Andino de Teología-ISEAT, socio de Christian Aid, ha lanzado una innovadora publicación, “La experiencia de ser una mujer en las iglesias de La Paz y EL Alto”, donde se enfrenta el tabú de la violencia contra las mujeres en las iglesias. La publicación muestra cómo las religiones juegan un rol en reproducir estructuras desiguales y vulnerabilidades – y, por otro lado, el potencial transformativo que se deriva de enfrentar la violencia en el contexto de las iglesias.

MUDHA República Dominicana

Fomento, concientización, defensa de las mujeres

En América Latina, la socia de Christian Aid, Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz -ORMUSA- colabora con las instituciones públicas en El Salvador por la publicación de información sobre la violencia contra las mujeres en el país y el uso de la información para influenciar las políticas públicas y aumentar la inversión públicas para el acceso de las mujeres a la justicia. El uso de desglose de datos en el informe provee información sobre los distintos tipos de violencia contra las mujeres y subraya el rol de las instituciones públicas (la policía, el sistema judicial, la oficina de fiscalía general, entre otras) a la hora de enfrentar la violencia de género.

Religiones por la paz, Haití

En Haití, la Misión Social de Iglesias Haitianas, y Religión por la Paz Haití, organizaron un evento con más de 20 líderes de religión para discutir los derechos de las mujeres. La discusión terminó con la conclusión de denunciar todo tipo de violencia de género, subrayando la importancia de la comunidad ecuménica a la hora de apoyar los derechos humanos.

La violencia es también una consecuencia del conflicto sobre el control y la explotación de territorios y recursos naturales. La intensificación de modelos de desarrollo no sustentable refuerza la desigualdad y ponen a las poblaciones campesinas e indígenas en situaciones vulnerables a la hora de intentar defender sus territorios.

En Brasil, Christian Aid está trabajando en asociación con el Movimiento de Personas Afectadas por Represas (MAB, en portugués) en actividades para empoderar y construir capacitación entre defensoras del medio ambiente en el Amazonas. Brasil es el país más mortal para defensores del ambiente, y las tasas de asesinatos son especialmente mayores en la zona del Amazonas. El proyecto agranda el concepto de violencia de género para mostrar que la violencia contra las mujeres también está relacionada con el modelo de desarrollo que esté siendo implementado en la región – la violencia sufrida por las poblaciones rurales e indígenas. Las mujeres son protagonistas ambiguas en esta situación siendo, por un lado, aquellas que sufren cierta forma de violencia, y, por la otra, aquellas que lideran la resistencia en las comunidades.

Mujeres, ORMUSA, El Salvador

Estos proyectos ejemplifican la multitud de formas que las organizaciones de la sociedad civil están encontrando para enfrentar la violencia con el rol del estado para este fin. Christian Aid considera la violencia como la causa y consecuencia de las desigualdades interseccionales en la región. El diálogo entre los diferentes países facilitado por las organizaciones globales pueden reforzar el trabajo de cada organización y la variedad de perspectivas suman al entendimiento general de cómo este problema estructural puede ser enfrentado desde sus raíces. Nuestros mayores esfuerzos no pueden dejar nadie de lado, hacia un mundo igual para todes.

Referencias:

Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, PDNU

Centro Regional de América Latina y el Caribe

From Commitment to Action: Policies to End Violence Against Women in Latin America and the Caribbean. Panama: 2017.

Christian Aid. The Scandal of Inequality 2. London: 2017

 

Traducción: Massimiliano Tron F. para ALC Noticias

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