AIPRAL reafirma el compromiso en denunciar la violencia de género

URUGUAY-

La Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina-AIPRAL reafirma el compromiso en denunciar las expresiones de violencia de género, sin importar su procedencia, esperanzadas y esperanzados en que cada día, nuevas hermanas y hermanos sumarán su voz para que no siga habiendo impunidad, ante una tragedia que afecta la vida cotidiana de millones de mujeres.

En ocasión de conmemorarse un nuevo 25 de noviembre, día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer, la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina, a través de su Comité Ejecutivo, reafirma nuestro compromiso en denunciar las expresiones de violencia de género, sin importar su procedencia, esperanzadas y esperanzados en que cada día, nuevas hermanas y hermanos sumarán su voz para que no siga habiendo impunidad, ante una tragedia que afecta la vida cotidiana de millones de mujeres. Es necesario que las iglesias sigan construyendo una cultura de paz con justicia para el género femenino, procurando la visión crítica desde nuestras comunidades ante la naturalización de relaciones sociales injustas y violentas, donde se origina la espiral de muerte que lleva al acoso, el abuso, la violación, el femicidio.

Buscamos a la luz de las Escrituras, formas no violentas de encontrarnos como hermanas y como hermanos, haciendo verdad el mensaje de Jesús, “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. (Jn 10:10)

Compartimos del material elaborado para la liturgia del pasado Día de Oración por la Mujer Latinoamericana, la oración de la mujer herida.

Estoy herida, Señor

Fui herida dentro de mi hogar,

lugar que, otrora, era mi protección.

Se volvió mi martirio.

Dolor, sufrimiento y violencia me alcanzaron,

los brazos que debían abrazarme, me hirieron

Estoy herida, Señor, física y mentalmente.

Yo sufrí con la desigualdad, cuando esta entró en mi casa,

Señor, hecha a tu imagen y semejanza.

Fui rebajada a la inferioridad.

El hombre que una vez amé, se volvió en contra de mí, que soy

templo del Espíritu Santo.

Jesús, muestra a los hombres que Tu fuiste amigo de las mujeres

de tu tiempo,

curando a la mujer con hemorragias, a la hija de Jairo, a la mujer

sirofenicia; dialogando con la mujer samaritana y con la mujer

adúltera, tratándolas con respeto y amor.

Señor, que eres comparable a una madre que resguarda a su

bebé en su regazo, te pido:

Recíbeme en tus brazos, pues quiero sentirme segura y apreciada.

Trata mis heridas, Señor.

Quiero que las cicatrices que llevo en mi cuerpo me recuerden un

pasado que no se volverá a repetir.

Restaura mi autoestima, Señor.

Quiero seguir mi vida con la cabeza erguida, recordando que fui

hecha a tu imagen y semejanza, y que soy amada por Ti.

Dame del agua de vida que diste a la mujer samaritana, para

lavar mis heridas, restaurar mis emociones y restablecer mi

dignidad, y así invitar a mis amigos y amigas a conocer a Aquel

que dialoga, resguarda, incluye, perdona, restaura, ama, salva.

Pres. Anita Sue Wright Torres (Brasil)

adaptada por Simony Cristina dos Anjos (Brasil)

traducida por Josué Charbonnier (Uruguay)

 

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